Danzad bellas en la noche de San Juan

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Hace unos días oí a Cristeane Azem  decir que la danza es la mayor expresión del arte, por ser la máxima expresión del cuerpo, no es literal el comentario, pero así  lo recuerdo, en la danza pones los cinco sentidos, pones el alma, da igual el resultado de la interpretación cuando es para uno mismo.

En el Teatro Nuevo Alcalá, 40 bailarinas dirigidas por Cristeane Azem, representan Galata, con una fabulosa puesta en escena, durante dos horas llenas de música turca, nos cuentan la historia de Estambul, las luchas de poder, desde Bizancio hasta el Imperio Otomano, através de la danza.

Sonaba la música… y nos decía la profesora de danza del vientre, que la recibiéramos con los ojos cerrados.

Comienzas con suaves ejercicios que destensan los músculos y el cuerpo empieza a moverse, dejándose llevar por la música, una vez inmersa en ella, ya da igual tener los ojos cerrados o no. La percusión hace que el cuerpo lleve el ritmo y lo mantenga, te conectada con la música, hace que te muevas de forma coordinada, mandando las caderas que suben y bajan, giran o golpean de forma femenina y sensual, el resto del cuerpo las sigue, mostrando el vientre, se dice que el vientre se mostraba a la luna para garantizar la fecundidad en las mujeres. Los brazos ondulan extendidos, con giros de muñeca sin exponer las palmas de la mano, los pies asentados en el suelo y las rodillas ligeramente dobladas, el pecho y los hombros se mueven incitadores. En la danza también participa la cara, la boca ligeramente abierta para facilitar la respiración, la bailarina expresa con sus gestos y su mirada el mensaje de su danza y a quien va dirigido.

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Las mujeres orientales llevan esta danza en la sangre y lo practican desde pequeñas de forma natural, considerándolo beneficioso para el cuerpo femenino. Las occidentales, no estamos acostumbradas a esos movimientos, no nos movemos con su espontaneidad, pero la vestimenta que poco ha cambiado desde sus inicios nos acompaña, el sonido que producen las monedas que adornan los sujetadores y los cinturones ajustados para marcar nuestras curvas femeninas, forman parte de la seducción de esta danza.

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La noche de San Juan, con las hogueras, da igual el lugar donde estemos, es un buen momento para danzar mostrando nuestro vientre a la luna, inspirarnos con su luz y seducir a nuestra pareja con la sensualidad de nuestra danza. Que disfrutéis el solsticio.

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